lunes, 27 de septiembre de 2010

A mejorar nuestra Calidad de Vida

¡Conserva la calma en todas las circunstancias!
Cuando vives una situación de estrés profesional, cuando te enfadas con tu pareja o cuando tu hijo te saca de quicio, es muy difícil mantener la calma, especialmente si todo a tu alrededor se altera, ¡como tú! ¿Cómo mantenerse sereno frente a cualquier problema?
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© Jupiter
Siempre ocurre lo mismo: cuando estás estresado o enfadado; cuando una pequeñez se desliza por la mecánica bien organizada de tu vida, ¡es imposible que mantengas la calma! Es el pánico lo que empeora esta situación. ¿Cómo aprender a desapegarse, a responder mejor a esta tensión que te invade para solucionar lo que te contraría? Regla número uno: ¡cálmate!


Dosifica las emociones
Tu vida está conducida por momentos más o menos estresantes, más o menos felices y más o menos previsibles. Para enfrentarte a ellos, es necesario que aprendas a controlarte, a dosificar las emociones, las reacciones y a no hundirte cuando un obstáculo aparece en tu camino. Así, cuando estés atascado en un embotellamiento o al borde de una crisis de nervios porque tus hijos llevan gritando una hora, la solución no es ponerte a gritar como un histérico.Aquí te presentamos algunos consejos para mantener la calma cuando crees que el cielo se te va a caer encima: tómate un tiempo para respirar profundamente antes de decir o hacer cualquier cosa. Después, intenta ser lo más objetivo posible: analiza la gravedad de la situación, piensa en recursos que puedes utilizar para afrontar el problema y en las soluciones que adoptarás para resolverlo. Si consigues hacer esto, significa que vas por buen camino.
¡Déjate ayudar!


Piensa también en la relajación, ya que te permitirá aprender a encontrar la calma en todas las circunstancias. Existe un gran número de técnicas muy variadas, en grupo o individuales y en casa, en el trabajo o en un curso especializado. La respiración, los estiramientos y el trabajo sobre las sensaciones corporales forman parte de los ejercicios típicos de relajación. Éstos pueden cambiar tu manera de comprender y solucionar los acontecimientos difíciles.
Debes ser realista; no eres Superman, ni Wonderwoman, así que si un problema te supera, no dudes en acudir a alguien del exterior. Si reconoces tus límites y compartes tus obstáculos con los demás, te resultará más fácil solucionarlo la siguiente vez. Relativiza también tus errores y las dificultades con las que te topas, pues forman parte de la vida. No obstante, si te resulta realmente difícil relajarte y te sientes angustiado muy a menudo, medita la opción de consultar con un especialista.

Calma y calidad de vida

En algunas ocasiones, es bueno dejarse llevar un poco, ya que te permite obtener lo que quieres, pero debes saber que si te controlas y conservas la calma, esto te aportará una calidad de vida mucho mejor. Sobre todo en un mundo donde todo es rápido, donde el silencio es raro y donde es difícil encontrar un momento de tranquilidad.

No te olvides que el pánico sólo favorece el pánico, ¡así que declínate por una actitud zen! ¡Verás cómo mejora tu bienestar y el de las personas que te rodean! Marion Capeyron

Artículo Obtenido desde Internet

De regreso al Blog

Han trancurrido muchos meses desde la última entrada a este Blog..muchas han sido las circustancias de esta ausencia,pero hoy he querido regresar para compartir un artículo bastante interesante para todos y que tenemos que tener en cuenta para mantener mejores relaciones interpersonales ,laborales y familiares.

La receta de la felicidad Controlar las emociones
¡Alto a la violencia verbal! Cómo conservar la calma ¡Expresa tus emociones!
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¡Alto a la violencia verbal!


Comentarios descorteses, conversaciones agresivas… La violencia verbal es una realidad. Pero quizás es más insidiosa que los insultos. ¿Cómo neutralizar los ataques y los conflictos a través de la palabra? ¿Cuáles son las claves de un diálogo sin estrés?


© Jupiter Todos hemos tenido más que palabras con alguien o hemos hecho comentarios tan punzantes como la picada de un abejorro. Sin embargo, la violencia verbal no sólo aparece en estos casos. A veces, la manera como nos dirigimos a los demás o la elección de ciertas palabras nos sentencian como culpables de agresión.

¡No a los insultos!
En efecto, no eres de una naturalidad agresiva o vulgar. Sin embargo, ya sea en el coche o viendo un partido de fútbol, tu vocabulario no se aleja mucho del de un camionero. Debes eliminar los insultos de tus expresiones y prohibirte articular calificativos muy peyorativos (y mucho más en público). Aunque no te des cuenta, estas palabras denotan una forma de violencia. Es normal que el comportamiento de los demás te exaspere. Es el destino de cualquier vida en pareja o familiar y lo más habitual en una vida social en general. La proximidad a los demás precisamente exige hacer concesiones y aceptar comportamientos diferentes. Es inútil que te enfades por las pequeñas manías de tu pareja, o que refunfuñes después de que tu hija se haya pasado horas al teléfono.

No seas muy directivo
Sin embargo, la violencia verbal no se resume únicamente en palabras malsonantes o en un enfado excesivo. También puede encontrarse en tu tono de voz o en la manera como te diriges a los demás. Algunos comentarios, o palabras, son violentos. Pueden dejar heridas aunque parezcan invisibles.

Evitar este tipo de comportamiento puede hacerse mediante el principio de nodirigismo, por ejemplo, descrito por Carl Rogers (psicólogo norteamericano, 1902-1987). De forma sistemática, en vez de decirle a tu pareja “para de dejar tus cosas por todos lados”, lo cual es agresivo, es preferible hablar siempre en primera persona: “estoy molesto porque todas tus cosas están por aquí”. Esto elimina una parte de la violencia y da pie al diálogo.

Comunicación no violenta
Este principio de no-dirigismo ha sido retomado por Marshall Rosenberg, un alumno de Carl Rogers, que ha creado su propia disciplina: la comunicación no violenta. En grandes líneas, propone eliminar las agresiones relacionadas con nuestro modo de expresión con el objetivo de reducir el estrés de la vida cotidiana, de neutralizar la agresividad y la cólera y de escuchar y comprender mejor a los demás.

Wayland Myers, autor de un libro sobre comunicación no violenta, ha definido tres reglas a seguir cuando nos dirigimos a nuestro interlocutor:


1.-Describe los hechos. No pongas etiquetas o sermonees al otro; -

2.-Saca a la luz los sentimientos y las necesidades. Evita los reproches o una actitud defensiva; -
3.-Requiere acciones deseadas. No utilices exigencias, amenazas, órdenes o manipulaciones.

Existen varias formaciones en comunicación no violenta destinadas a los educadores y profesionales que están en contacto con el público. En tu escala, atender a este tipo de formación te puede parecer superfluo. Sin embargo, intenta limitar las charlas demasiado agresivas y escucha un poco al otro. ¡Verás que la comunicación sin estrés te cambia la vida!
Alain Sousa

Publicado el 12/02/2010
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Artículo obtenido desde Internet